Hay langostas en muchos de los estados del este de Estados Unidos, pero las de Maine son especiales. Eso me dijo el anfitrión de la cena de hoy, Mr. Dana, al abrir una caja donde rebosaba una docena de estos bichitos.
Luego sus dos hijas se tomaron un selfie. Libby, la que lleva gafas de sol, estaba de cumpleaños y tuvo el honor de servirse dos ejemplares.
Si has leído Hablemos de langostas, de David Foster Wallace, entonces sabes que comer estos crustáceos gigantes es una tradición en esta región. «¿Tienen miedo las langostas al ser devoradas?», se pregunta Wallace. El texto en español está en la colección del mismo nombre en Debolsillo. Por momentos, es terrorífico. Imagina el grito de la langosta viva cuando la llevan a la olla hirviendo y el cocinero coloca la tapa.
Bon Appétit. [1-8-2014]
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