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Las nanas de Elon Musk

  • Marco Avilés
  • hace 4 días
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: hace 3 días

En un evento público de Tesla, la marca de automóviles eléctricos, Elon Musk intervino a través de un video para referirse a su visión sobre la utilidad de los robots. En la recepción había mucha gente y también robots sirviendo bebidas, bailando y posando para fotos. Entonces, cual gran vendedor de microchips, el hombre más rico del mundo describió su producto ante la audiencia: "Puede hacer cualquier cosa que quieras, así que puede ser un profesor, cuidar a tus hijos, pasear a tu perro, cortar el pasto, comprar tus víveres, ser tu amigo, servirte bebidas".


Robotina, de la serie Los Supersónicos
Robotina, de la serie Los Supersónicos

La historia la publicó hoy el New York Times, a propósito de que Musk decidió retirarse de su trabajo en el Gobierno de Estados Unidos para retornar a sus negocios, entre ellos fabricar robots e intentar llegar a Marte. La frase es interesante porque, para ser un hombre concentrado en el futuro, la visión que tiene Musk sobre los robots parece atrapada en la nostalgia de la servidumbre gratuita, como si los robots fueran esa tecnología capaz de convertir en realidad el sueño de volver a poseer esclavos/as. Y entonces su idea de futuro resulta engañosa, casi como un regreso al siglo XVIII en lugar de un avance o de, por lo menos, un apuesta por el presente.


Las cosas podrían ser más complejas. O quizá no tanto. Como sugiere la escritora Rasheedah Phillips, las ideas que producimos sobre el futuro están inevitablemente unidas a lo que somos y hacemos en el presente. Entonces, la idea de que la tecnología te debe ayudar a pasar menos tiempo con tus hijos, por ejemplo, y no al revés, no responde a un deseo universal o general para mejorar las condiciones de vida sino a una forma particular de ser y estar en el mundo, en este caso de Musk. Hay que recordar que el billonario dueño de Tesla tiene 13 hijos en madres diferentes y es muy popular en el mundo tecnoempresarial por ser un padre ausente. Musk no solo acampa durante semanas en las oficinas de sus empresas sino que obliga a sus empleados a hacer lo mismo. Por supuesto, los robots-nana o robots-papá serían de gran ayuda para quienes tienen ese estilo de no-vida.


Durante los mítines de campaña de Trump, en 2024, Musk gritaba desde el estrado "El futuro será deslumbrante", y miles de personas lo aplaudían eufóricas. Sin embargo, el futuro imaginado por este empresario (la colonización de Marte, la Inteligencia Artificial como gran fábrica universal de información, la unión del ser humano con la máquina) parte de la premisa de que la Tierra es un planeta insalvable. Y entonces hay que trabajar a toda prisa para saltar a otro antes de extinguirnos. ¿Pero no es una tontería pensar en habitar mundos inhóspitos cuando tenemos uno con oxígeno y arbolitos? Como advierte la profesora Ruha Benjamin, uno de los grandes problemas alrededor de las discusiones contemporáneas sobre el futuro es que individuos que nadie ha elegido bajo ninguna forma democrática, como Musk (y Bezos y Altman y Zuckerberg y...), han adquirido el poder descomunal de imponer su imaginación personal sobre los demás, como si las mayorías les hubiésemos delegado la capacidad de pensar y diseñar el mañana de todos.

 
 

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